martes, 9 de septiembre de 2008

La madrugada del reloj

Solo se observa un reloj. Ha estado ahí tres años, dos meses, y unos cuantos días. Está posado sobre un estante de madera que se encuentra a la par de la cama. Señala las dos de la madrugada.

Se escucha la puerta del cuarto abrirse y risas tontas acercándose desde el pasillo. Los dueños de ellas son un joven y su acompañante. Las risas continúan, se oye el crujido de las tablas de la cama. El reloj se mantiene ecuánime sobre su mueble. El pobre reloj, por defecto de la fábrica, solamente posee agujas para mostrar la hora, muchos millones se habrán ahorrado en minuteros.

La pareja se oye entretenida, el reloj se ve tranquilo. De pronto una prenda de ropa cubre al reloj. No se le puede ver, ¿qué hora será?, no creo que aquellos que se oyen por allá les importe mucho, no saben que del reloj dependen muchas cosas.

Parece que el reloj duerme bajo su manto. Si es así, la patada que le está dando su dueño en estos momentos lo debe de haber despertado. Ahora el reloj está en el suelo, si está adolorido no lo demuestra.

La pareja, por mientras, continúa en sus juegos. Las risas se acabaron hace rato, ahora son gemidos y suspiros. La respiración de ambos se empieza a entrecortar, silencio… Ambos gritan de placer. El reloj volvió a la vida, ahora nos enseña que de dos se pasa fácilmente a tres.

Mauro Trigueros Jiménez

1 comentarios:

Ching dijo...

jaja mae ud me dijo que esto fue una tarea de estilo? jajajajajjaja tiene algo que ver con la profesora? jajaja