martes, 30 de septiembre de 2008

Los Tres Chanchitos

Cuenta la leyenda, que hace algún tiempo en el bosque vivían tres hermanos chanchitos. Como el lobo siempre andaba buscando como romper su dieta con los chanchitos, estos decidieron construir una casa para protegerse.

El pequeño construyó una casa de paja para terminar rápido y se fue a jugar. El del medio la hizo de madera y se apresuró para acompañar a su hermano menor. En cambio, el mayor decidió hacerla de ladrillos y regañó a sus hermanos diciéndoles que el lobo les destruiría la casa.

Estaban los dos hermanos menores jugando cuando apareció el lobo. Este persiguió el menor hasta su casa de paja. El chanchito se encerró en su casa pero el lobo sopló y sopló y su casa derribó.

El pequeño chancho corrió y se refugió donde su hermano en la casa de madera. Pero el lobo sopló y sopló y su casa derribó.

Los dos chanchitos corrieron a la casa de ladrillos de su hermano mayor y se escondieron ahí. Como la casa era completamente de ladrillos no había ventanas. Por eso los hermanos chanchitos no se dieron cuenta de que el lobo se aburrió rápidamente y se fue.

Pasaron los días, se acabó la comida y el chanchito mayor empezó a reclamarles a sus hermanos de que si ellos hubieran construido las casas con ladrillos nada de eso habría sucedido.

- La verdad estoy cansado de que te quejés tanto. – Contestó el menor – ya nosotros tomamos una decisión. Te vamos a comer porque tenemos hambre y vos solo te quejás.

Así hicieron los dos hermanos menores gallos de salchichón con el mayor y comieron por unos días. Pero pasaron los días y el hambre volvió. Una noche el menor agarró un cuchillo y se lo clavó en la espina a su hermano.

Por unas semanas el menor comió ricos chicharrones. Pero pasaron los días de nuevo, el chanchito decidió que seguramente el lobo ya se había ido. Abrió la puerta y caminó unos metros.

- Ahora si te voy a comer rico chanchito. – se escuchó la voz del temible lobo.

El chanchito corrió, pero estaba muy gordo después de comer a sus hermanos. El lobo lo atrapó y se lo pudo comer a gusto.

- Tres chanchitos en uno. – pensó el lobo limpiándose los labios.

Mauro Trigueros Jiménez

martes, 9 de septiembre de 2008

La madrugada del reloj

Solo se observa un reloj. Ha estado ahí tres años, dos meses, y unos cuantos días. Está posado sobre un estante de madera que se encuentra a la par de la cama. Señala las dos de la madrugada.

Se escucha la puerta del cuarto abrirse y risas tontas acercándose desde el pasillo. Los dueños de ellas son un joven y su acompañante. Las risas continúan, se oye el crujido de las tablas de la cama. El reloj se mantiene ecuánime sobre su mueble. El pobre reloj, por defecto de la fábrica, solamente posee agujas para mostrar la hora, muchos millones se habrán ahorrado en minuteros.

La pareja se oye entretenida, el reloj se ve tranquilo. De pronto una prenda de ropa cubre al reloj. No se le puede ver, ¿qué hora será?, no creo que aquellos que se oyen por allá les importe mucho, no saben que del reloj dependen muchas cosas.

Parece que el reloj duerme bajo su manto. Si es así, la patada que le está dando su dueño en estos momentos lo debe de haber despertado. Ahora el reloj está en el suelo, si está adolorido no lo demuestra.

La pareja, por mientras, continúa en sus juegos. Las risas se acabaron hace rato, ahora son gemidos y suspiros. La respiración de ambos se empieza a entrecortar, silencio… Ambos gritan de placer. El reloj volvió a la vida, ahora nos enseña que de dos se pasa fácilmente a tres.

Mauro Trigueros Jiménez